jueves, 26 de enero de 2012

PLANTEAMIENTO INICIAL DE ESTE "PRAT OLVIDADO"

Nací a finales de 1947 en una clínica de Barcelona, y aunque así consta en mi documento de identidad, con mucha frecuencia frecuencia digo que nací en el Prat, donde he vivido desde que me trajeron a casa en cuanto mi madre se recuperó del parto. Hasta los 14 años viví en la calle Joan Maragall, a escasos metros de la Av. Anselm Clavé más conocida por los pratenses como "La Rambla".
Supongo que mis más lejanos recuerdos en el tiempo se debieron originar recien estrenada la década 1950. La primera imagen que del Prat guardo en mi memoria es, precisamente, el entorno de La Rambla, mi barrio. Mi calle, Juan Maragall, era pequeña, con el firme de tierra, estrecha, tranquila, casi aburrida, pero a pocos metros estaba La Rambla, la calle de entrada al pueblo. Tenía la calzada adoquinada, anchas aceras adornadas por grandes árboles y setos de pitosporo entre ellos. Casi todas las casas eran bajas o con un máximo de dos pisos. Discurría desde muy cerca del Rio Llobregat, perpendicularmente a su curso, y directamente al centro del Prat. Era, y todavía lo es, una calle amplia y luminosa. En torno a ella disfruté de una infancia maravillosa.
La vida en El Prat, como en toda España, era difícil pero llena de ilusión y esperanza. Apenas hacía diez años que había terminado la guerra. La gente sólo pensaba en tener paz, salud y trabajo para tener algo que llevarse a la boca. La vida no podía ser más sencilla y austera. La gente era feliz con muy pocas cosas, especialmente los niños.

El concepto de "Prat Olvidado" se refiere a todo aquello relacinado con nuestro pueblo que, en parte o en todo, las generaciones de pratenses posteriores a la mía no han llegado a conocer. Este planteamiento algo romántico no supone que todo lo anterior fue mejor, pero sí que hubo cosas, personajes, costumbres y circunstancias curiosas del Prat que, al haber desaparecido, a todos los mayores entristece pensar que los más jóvenes puedan ignorar.

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